No fue golpe al voleo.
Los delincuentes sabían que su víctima solía transitar por el Camino del Buen Ayre y esperaron la oportunidad para atacar.
También conocían que se podían hacer de un botín millonario porque habían conseguido la información necesaria.
No les importó que la camioneta que debían interceptar estuviese blindada.
A la altura de Hurlingham, la Jeep Compass negra de Eduardo V., un financista de 61 años, fue baleada y los ladrones se apoderaron de un botín de 30.000.000 millones de pesos y 59.000 dólares para luego escapar a toda velocidad..